Cuenta Lieh Tse que había, una vez, un hombre, llamado Hua Zi, que vivía en Yang li, y que había perdido completamente la memoria. Por la tarde, olvidaba lo que le habían dicho por la mañana; a la mañana siguiente, no recordaba lo que había hecho el día anterior. Cuando iba a algún sitio, no se acordaba dónde estaba y se olvidaba del camino de regreso. Había olvidado hasta cómo caminar o cuándo sentarse.