Cuando el oncólogo e investigador en este campo Harvey Preisler fue diagnosticado de un linfoma en 1998, quería que solo una persona le ayudase. "Confío solo en tu juicio", le dijo a su esposa, Azra Raza, que también es médica especialista en cáncer. Los dos estudiaron las resonancias magnéticas, los informes sanguíneos y las opciones de tratamiento. Aunque tenían una experiencia inigualable en la práctica clínica, nada podría prepararlos para los horrores que acompañan a esta enfermedad.