Durante un capítulo de la galardonada serie Mr. Robot, la abogado de una compañía multinacional llega a su amplio townhouse neoyorquino después de trotar. Mientras hace su rutina posterior al ejercicio, su casa se ha vuelto loca: la televisión se enciende con el volumen altísimo, el agua de su ducha sale hirviendo, los teléfonos comienzan a sonar y sonar.